Fue un catorce de agosto, en aquellas escaleras cuando reparamos el uno en el otro por primera vez. No sé si ya lo he nombrado otras veces, es más que probable, pero es inevitable no recordarlo, igual que es inevitable recordarte en las madrugadas cuando el sueño no quiere seguir acompañándome y me aferro a tu recuerdo de forma inconsciente, pero grata.
Ni puedo, ni quiero.
No hay nada que desee más que recuperar mi corazón, acoger nuevas ilusiones y que simplemente seas un leve recuerdo, pero ni puedo, ni quiero...
14 de agosto, siempre en el recuerdo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario