lunes, 18 de mayo de 2015

La montaña y el tarro de azúcar

Podría decir que habían sido cientos las veces que había pasado por aquel lugar, pero nunca había descubierto la entrada al sendero que haría de aquel primer "pateo" algo imborrable. Hacía mucho tiempo que no hacía ese tipo de ejercicios, y comenzar el ascenso se estaba haciendo un poco difícil y cansado, pero la ilusión y la compañía hacían de aquel paseo algo que me marcaría para siempre.



Fue el principio de una experiencia vital y emocional que aún hoy sigue emocionando mi corazón.

Son muchos los días que han transcurrido desde ese primer paseo por las cumbres del norte de Tenerife, saliendo desde Los Silos, recorriendo la Tierra del Trigo, subiendo a Erjos. Un entorno espectacular del que, siendo honestos no pude disfrutar, ya que no hacía senderismo en años y además, todo sea dicho, estaba más ensimismado en mi compañera de paseo que de disfrutar de los regalos que la naturaleza nos brindaba.

La montaña representa el esfuerzo y la superación, la ilusión y la esperanza.

Ascender paso a paso, superando los desniveles, haciendo frente al calor, avanzar sorteando piedras y ramas, ilusionarse con la compañía y disfrutar de las vistas, y engendrar la esperanza de haber encontrado lo anhelado.

Fue esa montaña, ese primer paseo, ese primer esfuerzo el que asentó las bases de unos sentimientos que aún hoy no me han abandonado, aunque sea difícil de creer.









Un simple tarro para guardar el azúcar que solo yo consumía en casa, un objeto totalmente inútil y carente de significado y valor, pero a la vez lleno de una simbología y de unas intenciones sinceras y profundas.

Nunca antes un objeto tan indigno representaba una intención tan valiosa.

Podría decirse que ese tarro para el azúcar representaba toda una declaración de intenciones para manifestar no solo la intención sino el compromiso que había adoptado. Lo comparto con todos porque no decirlo con la claridad suficiente fue o es otro de mis errores o pecados.


En unos días el Peregrino Vital cumplirá tres años, y durante este tiempo son muchas las cosas que han sucedido, mucho lo que la vida ha cambiado, nuevos proyectos, nuevos compromisos, obligaciones, ilusiones y esperanzas, pero todo sin lograr olvidar esa experiencia vital que me he propuesto repetir en algún momento, aunque a corto plazo aún no hay posibilidad, pero el compromiso para conmigo mismo y para con la promesa hecha está aquí expresado y con los lectores como testigos.

Sinceramente no sé quiénes sois, ni cómo habéis llegado hasta estas líneas, ni si os gusta o no lo que leéis, si os sentís identificados con algunas de las situaciones, sensaciones sentimientos que se me cuelan por entre los dedos en el momento de liberarlos sobre el teclado. Sé que mi técnica narrativa no es para nada profesional ni perfecta, pero cumple con su objetivo, mostrar algo de mí que en condiciones normales procuro ocultar. Tampoco sé si lees esto, si la curiosidad en ocasiones te puede y accedes hasta aquí para recordar, para saber, para... Eso sí, cada línea es contigo en mi mente y en mi corazón, porque "simplemente todo se paró".

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