lunes, 25 de mayo de 2015

Orígenes


Si hay algo que me fascina de las personas son los ojos. Por alguna extraña razón es algo que siempre he considerado fascinante y motivo fundamental de atracción, y no solo por la infinidad de variantes cromáticas sino por esa conexión con aquello que, aún hoy, no entendemos plenamente.

Orígenes es el título de una película que, por esas casualidades de la vida ha caído en mi filmoteca particular y que más allá de entretener nos invita a reflexionar sobre algunos aspectos que con el día a día obviamos o simplemente ignoramos.

Siempre hemos escuchado lo de "los ojos son el espejo del alma". ¿Qué es el alma? ¿Existe tal entidad? ¿Es reconocible? ¿Permanece inmutable e intemporal?


El hecho de perderse en la mirada de una persona es de una fuerza brutal, establece una conexión más allá de la física e invita a profundizar en el otro de una manera casi mágica. Y no es algo que sucede con todo el mundo ni con cualquiera, sucede extrañamente con muy pocas personas que se cruzan en nuestro camino. 

Subir la mirada y encontrarse con esos ojos que te transmiten paz, serenidad, cercanía, confianza... 

Subir la mirada y descubrir en los ojos de esa persona que tenemos de frente un vínculo con una historia que, aunque no haya dado comienzo, parezca que es la continuación de algún episodio temporal indefinido e incalculable. 

Subir la mirada y descubrir que a quien acabas de conocer ya es reconocible y conocido a través de sus ojos. 

Subir la mirada y saber que es ahí donde debes estar.

Y lo sabes porque hay algo que trasciende lo físico, porque la sacudida que recibes en ese momento menea tu mundo y hace que veas las cosas con una claridad escandalosamente brillante, y sientes que todo lo que has recorrido es para llevarte hasta ese preciso instante.

Descubrir el alma a través de la mirada.

Es posible que el alma sea esa parte de nosotros que, los que creemos que existe, permanezca en este mundo y se "reencarne" a lo largo de la historia en diferentes "cuerpos", y que sólo los ojos sean el vínculo identificativo de la misma, y que al encontrarnos con aquellos que hemos amado en "otras vidas" seamos capaces de reconocerlos por sus ojos, por su mirada. Quizás sea así, y quizás así lo hemos podido sentir en algún instante de nuestra existencia.




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