miércoles, 13 de marzo de 2013

Peregrino


Peregrino: Viajero que visita lugar sagrado por motivos religiosos.



En esa definición estaba concentrado y era motivo de reflexión mientras estaba en aquella pequeña terraza al borde la playa.


"Three fifty", se oía al camarero en ese inglés aprendido a base de bocadillos, cervezas y refrescos.


El llanto de un niño también constituía parte de la banda sonora ambiental, se negaba a irse de la playa y su madre se empeñaba en limpiar los restos de arena de sus pies en las duchas habilitadas a la salida, a apenas diez metros de donde me encontraba.


Música, R&B....


Y si conseguía aislar todos esos ruidos que nos envuelven cotidianamente, y prestaba atención, podía oir también el ruido del mar, de las olas rompiendo contra la orilla, un oleaje suave y constante, perenne...



La tranquilidad es un término relativo. Visto de fuera podría parecer una tarde apacible, soleada, hermosa, digna de disfrutar, de brisa suave y tibia, que hacía ondear la verde bandera que indica que el baño es apto, y que hacía que el sol que se colaba a través de la sombrilla fuera un magnífico cargador de energía.


Pero mi mente era otra cosa... la antítesis de lo que el entorno propiciaba. No paraba de ir de un asunto a otro, de un problema a otro problema mayor.


Las campanas de la iglesia indicaban que eran las cuatro de la tarde, que el tiempo iba pasando, minuto a minuto y que la fecha de partir se aproximaba. Había que resolver algunos asuntos antes de emprender la peregrinación, asuntos cuyas implicaciones llevaba demasiado tiempo valorando, sopesando... y ninguna era de mi agrado.

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