lunes, 15 de julio de 2013

Buenos días, princesa!!


"Buenos días, princesa! He soñado toda la noche contigo... sólo pienso en ti, princesa. Pienso siempre en tí."




Escena llena de emoción esta de La Vida es Bella, de Roberto Benigni, "una historia sencilla, aunque no es fácil contarla. Como en una fábula, hay dolor, y como en una fábula, está llena de maravillas y de felicidad".

Las adversidades del Camino se afrontan con valentía, optimismo y con la clara inspiración, motivación y fuerza que sólo el amor es capaz de proporcionarnos. 

Las grandes historias, las míticas epopeyas surgen del amor. Y como bien introduce la película La Vida es Bella, la historia, aunque sencilla, no está exenta de dolor. Es una contradicción que el amor lleve emparejado el término dolor, es algo que no se comprende, o al menos algo que no debiera darse. Pero inexplicablemente lo acompaña, de la misma manera que la noche sigue al día.

Amar a alguien no debería suponer ningún tipo de dolor, todo lo contrario, debería ser un Camino lleno de bondades, de grandes momentos, de felicidad... Eso sí, nada es fácil en esta vida. Y como ya hemos ido reflexionando aquí, la vida y el caminar tienen grandes similitudes, y como todo buen caminante sabe, el Camino tiene sus altibajos, y por lo tanto sus buenos y malos momentos.

Pero al igual que la noche sigue al día, el día vuelve a vencer la oscuridad, y al alba, venceré, tras soñar contigo, y volveré a gritar... "Buenos días, princesa!"



¡Nadie duerma! ¡Nadie duerma!
Tampoco tú, oh Princesa,
en tu frío cuarto 
miras las estrellas 
que tiemblan de amor y de esperanza... 
¡Pero mi misterio está encerrado en mí, 
mi nombre nadie sabrá! 
sólo cuando la luz brille 
(Puccini:No, no sobre tu boca lo diré,) 
Sobre tu boca lo diré temblando 
(Puccini: ¡cuando la luz brille!) 
Y mi beso romperá el silencio 
que te hace mía. 

Su nombre nadie sabrá... 
¡Y nosotros, ay, deberemos, morir, morir! 

¡Disípate, oh noche! ¡Tramontad, estrellas! ¡Tramontad, estrellas! 
¡Al alba venceré! 
¡Venceré! Venceré!






martes, 9 de julio de 2013

De ángel a demonio

Proteger... esa es la función que tienen asignada los ángeles. Seres inmateriales, mensajeros divinos de gran pureza.


La presencia de ángeles entre nosotros, inmateriales o no, nos predispone a aceptar que de una forma u otra estamos protegidos, o al menos eso queremos creer, y como bien sabemos, la fe es profundamente personal y subjetiva.

¿En cuántas ocasiones hemos sentido esa  presencia protectora?  

Los ángeles están presentes en multitud de aspectos que nos rodean a diario, artísticos la mayoría de ellos. Creemos que algunas personas que forman parte de nuestra vida asumen ese rol de ángel de la guarda, de ángel custodio, de protector. Confíamos en ellos, abrazamos la idea que transmiten y sentimos el calor de sus alas sobre nosotros, ganamos confianza y por lo tanto nos sentimos seguros.

¿A quién no le gustaría tener su propio ángel custodio?

Lo que es un hecho incontestable es que todo tiene su contraposición, todo tiene sus dos lados, y en el caso de los ángeles existe la del ángel caído, desobediente, rebelde, expulsado de la tutela divina... génesis de los demonios. 





La soberbia hizo que Lucifer, portador de la luz, descendiera a los infiernos y se convirtiera en Satanás.

Caer es fácil, pasar de Ángel a Demonio por nuestras debilidades o errores no es tan difícil.

Cruzar la línea del bien y del mal puede ser lo más sencillo del mundo, pasar de héroe a villano puede ser cuestión de un momento de debilidad. 

En nuestro Camino no es sencillo dar con personas que ejerzan de ángeles custodios, personas en las que confiar y con quienes sentirnos protegidos.  Encontrarlas es todo un lujo, una bendición. 

De la misma manera, hemos de estar prevenidos porque los demonios también acechan, se abalanzan sobre nosotros o incluso salen de nosotros mismos, y esos, sin duda alguna, son los peores demonios que podemos encontrarnos, los propios, los que nos atormentan en nuestra soledad, los que nos hacen no ser tan buenos como quisiéramos, los que hacen que el orgullo, la soberbia, el odio y el rencor, no nos dejen avanzar, impiden que alcancemos nuestras metas.

Vencer a los demonios, sacar nuestro ángel, sentirnos protegidos, pero a la vez ser capaces de proteger, de cuidar, de vencer al lado oscuro que todos, sin excepción tenemos, esa debe ser la aspiración... volver a ser un ángel, tu ángel.



sábado, 6 de julio de 2013

Empezar


Mientras las campanas de la iglesia indican la temprana hora, yo ya llevo casi una hora despierto. Extrañamente he dormido 6 horas seguidas, y el intervalo de 4 a 6 de la madrugada esta noche lo he podido dormir, pues ya es habitual estar despierto a esas horas, el insomnio me vence de forma automática y me visita de forma terriblemente puntual.

Las cuestiones económicas siguen girando y girando, manteniendo despierta mi preocupación, ideando formas de conseguir avanzar un día más, y ahora en verano me temo que la situación volverá a tornarse complicada, y eso que acometimos cambios radicales hace casi un año, a mi regreso de la experiencia peregrina.

La verdad es que las cosas han cambiado en algunos aspectos, y no por falta de voluntad, las circunstancias han ido venciendo. Sinceramente, mirándolo hoy, no se si estoy en mejor o peor situación que hace un año.

Recuerdo un día en una terraza del sur de la isla, reflexionando sobre esto mismo, pensando en la necesidad de aplicar de una vez por todas cambios profundos en mi vida. En mi primer artículo de este blog lo rememoro. Y ahora, revisándolo, solo pocas cosas han cambiado.

Para empezar sigo sin encontrar mi capacidad de decidir valientemente sobre aspectos que supongan un cambio muy radical en mi día a día. Me siento responsable de muchos, me siento en compromiso con algunos aspectos de los que no puedo renegar. Esa obligatoriedad la pueden confundir con comodidad, ese compromiso con mis obligaciones personales y profesionales la pueden mal entender como que estoy en una situación acomodada. Que es más fácil estar así, al abrigo, que tomar la determinación de cambiarlo.

No se si logro expresarme claramente... explicarlo más en detalle sería revelar aspectos más personales e íntimos que no hay necesidad de exponer en estos medios. La idea central de todo esto es que no estoy acomodado, aunque lo parezca, es que me siento responsable y obligado para con esas responsabilidades, y que no soy ningún vividor. Quizás han confundido o no conocen las motivaciones y razones de decisiones que tomé en el pasado, y eso ha podido crear un prejuicio sobre quien soy realmente. Prejuzgar o juzgar sin estar en posesión de toda la información, o sin contrastarla, suele ser uno de nuestros peores errores.

Pragmatismo no está reñido con los sentimientos. Si mi corazón me dicta una cosa de forma clara, he de ser consecuente con él, no puedo ir en contra de lo que siento, pues al fin y al cabo, siempre viviré conmigo mismo y con las consecuencias de mis decisiones. Cada vez que decidimos algo, esa decisión lleva implícitas cosas buenas y otras no tanto, pero esas últimas son más llevaderas y se asumen mejor porque la decisión que la ocasionó fue hecha desde el corazón.

A ti, que de forma consciente, o por puro azar lees estas líneas, te invito a que pienses si las decisiones que tomas en tu vida son tomadas desde el corazón o no. Cierto que todo precisa de un razonamiento, de un estudio y de aplicar una balanza que nos ayude a decidir, pero en ocasiones, quizás, nos autoconvencemos de que la razón ha de prevalecer sobre el corazón, y cuando eso ocurre, se produce una dura batalla entre ambas.

Todo es empezar.... empezar de nuevo a tomar decisiones que estén en consonancia con lo que sentimos, que nos acerquen a lo que deseamos y que, como objetivo fundamental tienen el alcanzar la felicidad, esa meta que cada uno se propone alcanzar en su Camino.




viernes, 28 de junio de 2013

La disculpa

Diariamente ingerimos grandes cantidades de información, cientos de textos, opiniones, ideas, frases, micro historias, documentación profesional... pasan por nuestras retinas, y, como es normal, no todo queda retenido en nuestra cabeza... Pero hoy ha habido una frase en particular que ha atraído mi atención.



Disculpar es perdonar, es dar razones que descargan de una culpa.

Parece sencillo, pero cuando se pide una disculpa de forma honesta y sincera, implica un gesto de madurez a considerar, significa una muestra de respeto hacia quien se le expresa, y como bien dice esta frase, que valoras y le das importancia a la relación.

La importancia de disculparse, de perdonar y de ser perdonado debe valorarse y considerarse en las relaciones personales... 

¿Cuánto nos cuesta pedir disculpas?

¿Es más fácil pedir perdón o perdonar? 

Es difícil enfrentarse cara a cara con los propios errores, asumir sus consecuencias, sentirse imperfecto, sentirse arrepentido. Pero también lo es esa lucha interna que todos tenemos para vencer al orgullo, al ego herido, dar el brazo a torcer, perdonar a pesar del dolor de las heridas... al fin y al cabo una disculpa quizás no pasa de ser palabras, y el daño hecho no se cura con palabras, pero si valoramos la sinceridad de las mismas, si ponemos el corazón a mediar en la lucha, esas heridas serán menos dolorosas, y entonces, quizás, el perdón tenga una oportunidad.

Una de las cosas que se aprenden en el Camino (ambos - el de Santiago y el Vital), es a reconocer nuestras debilidades, descubrir nuestra fragilidad y nuestras imperfecciones. "No somos perfectos", miles, si no millones de veces, hemos escuchado esta frase, incluso la hemos esgrimido como argumento en otras tantas conversaciones. Pero habría que apostillar que "debemos aspirar a serlo (perfectos)". 

by AyA - Roque del Conde - Arona



La llave del Camino a la Perfección está en cada uno de nosotros, y tú decides qué cerraduras deben abrirse , qué puertas tienes que abrir y cuales cerrar. 


PD. No soy perfecto. 




viernes, 21 de junio de 2013

Héroes


Héroe: Alguien ilustre y famoso por sus hazañas o virtudes.

¿Quién no tiene la imagen de algún héroe en la retina? Seguramente la primera imagen que se nos viene sea la de algún superhéroe, tipo Batman, Superman, Spiderman... de hecho existen rankings de los héroes más famosos, y siempre hacen referencia a estos personajes de ficción, cuyas cualidades, además de las físicas, fundamentalmente se basan en la defensa de los inocentes.





Pero, en el día a día nos encontramos con esos héroes de carne y hueso, que viven a nuestro alrededor, que con pequeños gestos también defienden a los que lo necesitan, cuya calidad moral despierta nuestra admiración y respeto.


Es difícil ser un héroe, cada día se impone más una filosofía egoísta de la realidad, del todo para mi y nada para los demás, donde el esfuerzo por los demás no siempre se reconoce y mucho menos se valora, hasta que abrimos bien los ojos, y miramos más allá de nuestro yo. 


Si tuviera que decirte quién es un héroe para mi, no dudaría en afirmar que sería una heroína, mi madre. Desde que se despierta hasta que se acuesta su lucha se centra en seguir sacando a sus hijos adelante, en darlo todo para que nuestra vida sea mejor, que no nos falte de nada y que física y emocionalmente crezcamos y avancemos.


¿Quién es tu héroe?


¿Podría ser yo un héroe para alguien? ¿Lo soy ya?

Las grandes dudas a este respecto se centran no en la fortaleza física, de la que, quien les escribe no anda muy sobrado, sino de la fuerza moral, eso es evidente. Un héroe cuya moralidad no es aceptada se convierte en villano.

Por eso, ser "buena gente", es un primer paso para convertirnos en héroes. 

Luego tenemos los aspectos típicos del rol, que son luchar contra la injusticia y defender a los inocentes.

Y quizás los rasgos más importantes de un héroe sean el de transmitir seguridad y confianza, por eso, aquellos que te consideran su "héroe" se sienten protegidos, defendidos, seguros e incluso queridos por ti.

La imagen de la capa roja y el traje azul no solo transmiten, fuerza y coraje, también transmiten protección, seguridad, confianza, respeto, esperanza...



No es fácil ser un héroe, pero está claro que a la mayoría nos gustaría poder llegar a ser alguien que transmita todos esos valores y cualidades a aquellos que nos rodean, a los que queremos y que de una manera u otra, somos su punto de referencia.

"... y ya sabías entonces, que debajo de ese traje que hace de coraza, mi debilidad eras tu"




jueves, 13 de junio de 2013

Señales





Mario Benedetti escribió, "más que besarla, más que acostarnos juntos; más que ninguna otra cosa, ella me daba la mano, y eso era amor".





La importancia de los signos, de las señales no se nos puede escapar ni puede ser despreciada. Cuán importante son los gestos, cuánto de indicadores tienen los signos, cómo de reveladores pueden ser las señales.




Cogerse de la mano...

Mirarse en silencio...

Publicar una foto...
(ahora que las redes sociales forman parte de nuestras relaciones personales)

Escribir un texto, una frase, una simple palabra...
algo que sabes que va por ti, pero que, quizás te niegas a verlo, te niegas a interpretar correctamente la señal que se te envía.

interpreta las señales

Afrontar el Camino es estar dispuesto a seguir las señales, no siempre podemos obviarlas, salvo que queramos correr el riesgo de perdernos. Una flecha amarilla indica la dirección, pero el sentido lo das tu, con cada paso, con cada esfuerzo, con esa esperanza que hace que avances hacia el objetivo. 

Flechas amarillas, vieiras, conchas, carteles, la cruz de Santiago.... esas son las guías, las señales que más proliferan en el Camino, aquellas que debes seguir para llegar al siguiente albergue, para alcanzar la meta.




Cada día, cuando salgas de casa, observa la señal, mírala fijamente y recuerda de dónde vienes y a dónde vas. Guíate por las señales, que, aunque en ocasiones son confusas, siempre indican algo, abre los ojos, agudiza tus sentidos, abre tu corazón, y deja que iluminen tu espíritu peregrino, déjate acompañar.





"buscar su mano en la oscuridad, mientras dormía, abrazarla y oler su pelo le transmitían esa paz y sosiego que todo ser humano anhela, y ese gesto era señal inequívoca de su felicidad"
by AyA

lunes, 10 de junio de 2013

La mariposa


"La mariposa revoloteaba incansable alrededor de la pequeña cicatriz que adornaba con gracia su cadera, y aunque al principio intentaba ocultarla, con los días se convirtió en lugar de peregrinaje de mis besos."


Curar heridas con besos, aliviar dolores con caricias, mitigar fatigas con palabras simples, despertar sonrisas con sonrisas... si todo pudiera ser así. 
Si simplificáramos los problemas, si los relativizáramos, estoy total y absolutamente convencido de que todo iría mejor.


Está claro que no podemos obviar las pruebas que el camino nos pone días tras día, es evidente que hay que afrontarlas, enfocarlas directamente y buscar la mejor manera de actuar para dar con la mejor de las soluciones. Los problemas, aunque los relativicemos, no pueden quedar sin afrontar, otra cosa diferente es el método o incluso el resultado obtenido.

Mi profesión consiste en arreglar, arreglar problemas técnicos, pero al fin y al cabo da una visión pragmática de las circunstancias adversas que todos tenemos en nuestro caminar. 

Reconocer: 
Cuando un cliente me plantea una incidencia, el primer paso es barajar todas las posibles causas, reconocer los síntomas, enfocar el problema en el entorno en el que se da, ubicarlo en el espacio y en el tiempo, pues todo detalle ayuda. 

Estudiar:
Una vez reconocidos los síntomas, el siguiente paso es estudiar las posibles soluciones que se le pueden aplicar, barajar opciones y establecer un protocolo de actuación.

Decidir:
Reconocido el problema, estudiadas las posibles soluciones, toca tomar la decisión sobre cuál es la mejor manera de resolverlo. Decidir en ocasiones es fácil, va en función de la claridad de la sintomatología. Pero en otras ocasiones las soluciones no se muestran tan claras y por lo tanto decidir se complica.

Actuar:
La decisión implica actuación. Actuar sobre el problema y aplicar sobre el mismo todos los métodos necesarios para que así quede resuelto.

Los problemas llevan su proceso... igual que la mariposa.


Las mariposas ponen sus huevos en una planta, nacen como larvas, orugas, se alimentan y crecen rápidamente, su esperanza de vida va emparejada a la de la planta que la alimenta. En un momento del desarrollo la oruga se protege y se transforma en crisálida, donde no se alimenta y sufre la metamorfosis, para salir rompiendo la crisálida como mariposa adulta.


¿Qué nos alimenta y hace crecer?
¿De qué nos protegemos? 
¿Crecemos y maduramos al estar en nuestra crisálida?
Al igual que la oruga, que se convierte en mariposa... ¿Salimos de la crisálida siendo diferentes?


"Si tus problemas tienen solución... de qué te preocupas?
Y si no los tienen... de qué te preocupas?"

"... y la cicatriz de su mariposa me ronda por las noches, aletea en mis momentos de insomnio y hace que me pregunte por ella, por si será capaz de perdonarme, de si el sentimiento puede al dolor, de si el corazón se impondrá a los errores."